lunes, 27 de junio de 2011

David Livingstone. El blanco que amó a África.


Nació en Blantyre, Escocia en 1813. Criado dentro de una familia muy religiosa creció oyendo hablar de un misionero chino llamado Gutzlaff por el cual todas las noches oraba junto a su madre.

Trabajaba en la fábrica de algodón en una creciente Inglaterra que se abría paso económicamente gracias a la Revolución Industrial.

De familia pobre, al cumplir 9 años de servicio en la fábrica ascendió de puesto y así pudo concluir sus estudios en Medicina en la Universidad de Glasgow. Conmovido por la ideología de Inglaterra al querer evangelizar a los pueblos lejanos, Livingston decide integrarse a la Sociedad Misionera de Londres y en 1840 es ordenado sacerdote protestante. Impedido para ir a China a causa de la guerra, los misioneros acuerdan junto con él enviarlo a África, ya que se tenían aún mapas con zonas en blanco, lo que significaba la existencia de aldeas lejanas y desconocidas. Partió en 1841.

El viaje de Glasgow a Ciudad del Cabo fue de tres meses, después tuvo que ir en un carro de buey a Curumá, a donde llegó después de dos meses. Pasaba mucho tiempo entre los nativos para aprender su lengua, en una carta a un amigo explicó que había encontrado 32 clases de raíces comestibles y 43 de árboles y arbustos frutales que crecían en el desierto de manera natural.

Su primera misión la estableció en Mabotsa, fue ahí donde tuvo el encuentro con el león que le dejó incapacitado un brazo que nunca sanó del todo.

Se casó con María, la hija mayor del misionero Robert Moffat de Curumá, y con quien tuvo 6 hijos.

En 1849 cruzó el desierto del Kalahari al lado del británico William Cotton Oswell descubriendo el lago Ngami, la Real Sociedad Geográfica le otorgó como recompensa 25 guineas por el descubrimiento de nuevas tierras y un gran lago. En 1851 descubre el río Zambeze que es el más grande de África.

Después de embarcar a su familia rumbo a Inglaterra, inició un viaje de exploración de El Cabo a Kuruman y Luanda, después desde el Atlántico hasta el Índico por las cataratas del Zambeze, el viaje duró tres años, de 1853 a 1856 durante los cuales su fama llegó a Inglaterra. Después regresó al Reino Unido donde estuvo un año y escribió “Viajes  misioneros” , obra que alcanzó mucha circulación, para después regresar  con 6 expedicionarios más a África, al lago Nyassa por el Shire en donde además de estudiar las llanuras, se dedicó a evitar el problema de trata de esclavos, el cual le preocupaba mucho.

Su esposa se le unió en 1862, pero muere de fiebre ese mismo año y fue sepultada en los márgenes del río Zambeze, esto ocurrió durante la segunda expedición financiada por el gobierno británico (1858-1864) cuyo objetivo era explorar el Zambeze como vía de penetración a África, pero la cantidad de cataratas encontradas frustraron los planes de Inglaterra.

La tercera y última expedición que haría Livingston fue de 1865 a 1873 donde exploró los alrededores de los lagos Nyassa y Tanganika, en éste periodo enferma gravemente en Maniuema, no escribe ni recibe cartas durante casi dos años, razón por la cual envían a Henry Stanley del diario New York Herald debido a la insistencia de millares de lectores. Stanley y Livingston se encuentran en Ujiji y pasaron juntos el invierno de 1871, en 1872 se separan ante la negativa de Livingston para volver a Inglaterra.

En 1873 decide explorar el Luapula para verificar si era éste, el nacimiento del Nilo o del Congo, debido a la humedad de la zona de nuevo cae enfermo y tuvo que ser trasladado en hombros por sus compañeros de viaje, indígenas todos. Llegaron a la aldea de Chitambo en donde se improvisó una cabaña, y ahí, el 1 de mayo de 1873 Livingston fue encontrado muerto, de rodillas al lado de su cama. Su corazón fue enterrado debajo de un árbol en Chitambo y su cuerpo fue trasladado a Inglaterra y sepultado en la abadía de Westminster, al lado de reyes y héroes de aquella nación.

Livingston fue el primer blanco que atravesó África. Sus diarios, escritos y conferencias durante sus cortas etapas en Inglaterra despertó el interés por África incitando a la carrera colonizadoras de las grandes potencias, sin embargo, la intención real del misionero fue evangelizar a las aldeas lejanas, generar curiosidad científica por ese continente y erradicar la esclavitud de la que era objeto el continente nuevo.


Imagen: paseandoporlahistoria.blogspot.com

http://www.siguememas.com/misiones/temas/00005_mi_david_livingstone_biografia.htm

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